miércoles, 14 de marzo de 2007

Así habla en veces Josafat. . .

IDENTIDAD COMUNITARIA E IDENTIDAD POSTNACIONAL


Josafat López cruz

La identidad es algo particular de cada persona, de un grupo de una región o de una nación. La identidad se discute, de si es algo que se construye el individuo o que se lo “impone” el sistema social, lo que es cierto es que la forma en que cobramos conciencia como individuos de nuestro sentido de pertenencia como grupo particular, hilamos los rasgos simbólicos de la cual conforman nuestra biografía de ser y de hacer, es decir quienes somos y quienes queremos ser. La historia de nuestro medio, de nuestro pueblo, no pueden separarse en la descripción de nuestra propia identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos a los demás conforme a lo que queremos ser considerados y reconocidos.

En ciencias sociales se analiza desde una perspectiva individualista o estructuralista , ello pensando en las preferencias cambiantes de los individuos y no como una continuidad lineal del comportamiento de los sujetos. Pero, a pesar de esta discusión que merece mérito, el caso de la identidad de los individuos pertenecientes a un grupo étnico varía según la conciencia social y la reproducción cultural de cada uno de ellos, tal es el caso de mixtecos, zapotecos, y triquis migrantes hacia el noroeste del país y los Estados Unidos, quienes van reproduciendo su sistema cultural en cualquier espacio que se detengan, en pocas palabras reproducen socialmente lo que cargan consigo mismos. Ello es posible una vez que hay un movimiento cíclico de arraigo de estos sujetos con su espacio cultural donde se desarrollaron, es decir la comunidad.

Quiero pensar que desde luego ello no ocurre con todas las etnias en el país, por una razón lógica pues cada grupo social se distingue por sus rasgos particulares, en cambio esa carencia de sentido de pertenencia y de conciencia en la reproducción social ha llevado a la extinción de algunos grupos, particularmente en países de América Latina.

Aunque , un precompromiso social, radica no en proponer un nacionalismo como el caso catalan en Barcelona, de acuñar la lengua como un principio de dar continuidad a una cultura sin prever las implicaciones fóbicas que ello resulta por el hecho de verse obligados las generaciones jóvenes en hablar la lengua, si bien no se descarta como mecanismo de mantener no solo vivo una cultura sino de preservarlo, pero en la forma en como lo desean llevar limitan la libertad de los individuos en optar por el castellano o el catalán o bien ambos como lengua para su comunicación; mismo que restringe la inclusión de “otros” que si se identifican como tal por el hecho de resultar no como una opción, sino como una imposición, más aún si se piensa que el nacionalismo radical no ha rendido frutos, por el contrario lo que ha dejado históricamente es un exterminio de judíos en el siglo XX.

Si bien, la lengua en la cultura y la identidad son importantes porque a medida que un individuo lo habla y si no lo reproduce el riesgo es posteriormente en la posibilidad de poder comunicarse, pero cuando se considera como herramienta política poco sirve como propuesta a medida que no deja margen de libertad real de los individuos, con ello no estoy descartando la lengua como vértebra de una cultura, sino por el contrario el usarlo solo como un mecanismo de legitimación o justificación de una política nacionalista de una cultura.

La identidad colectiva esta enraizada por la vida cultural, lingüística e histórica de una sociedad, aunque lo que caracteriza a un grupo social es su cultura, pero no se arraiga hoy, en el solo hecho de mirarlo en espacios localizados, aunque es importante desde luego el territorio, las normas que dan continuidad, así como las condiciones sociales de los espacios.

Ante el fenómeno de la globalización, vivimos así frente una diversidad cultural innegable, un pluralismo cultural o fragmentación simbólica, pero mismo que impulsa a redefinirnos como pertenecientes a un grupo social étnico visto desde nuestra historia de nuestro presente y el futuro, una identidad postnacional enraizada desde la comunidad.

Con todo lo anterior quiero ser enfático en la comunidad como aquel espacio social donde confluyen distintas fuerzas que cohesionan y dan sentido a la identidad de cada individuo, en un aspecto de nivel explicativo micro de lo que da reflejo al individuo ante el resto de la sociedad, es decir a un nivel macro.

Por último también, quiero decir que si bien la comunidad es ese punto de referencia, no implica limitación que nuestra propia identidad no sea cambiante por el contrario como escribo al inicio como seres humanos tenemos deseos y preferencias cambiantes, mismos que se van moldeando con el paso del tiempo, pero que no deja de ser la comunidad el espacio de arraigo, por lo menos esta comprobado en el caso de mixtecos, zapotecos y triquis que han construido una identidad mas allá del estado – nación llevando consigo desde luego la comunidad como punto de referencia.

Así entonces, la identidad es cambiante en el individuo toda vez que crece y se desarrolla en distintos espacios y tiempos, pero no abandona su comunidad o su espacio de arraigo como punto de referencia y pertenencia aún así conviva en otros espacios sociales y reconstituya una identidad postnacional.

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